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17/10/12

Caza



El cazador se movía sigiloso entre las ramas, que se enganchaban a sus ropas como si quisieran detener su avance. Sin embargo, llevaba años recorriendo aquella zona con su pequeño grupo y sabía bien cómo actuar si quería conseguir su trofeo. A pesar de su secreta resistencia, el bosque parecía sumido en un profundo sueño. Una brisa imperceptible, que de vez en cuando susurraba entre las hojas, los incómodos insectos que se pegaban a su piel y el trino aislado de algún pajarillo eran la única prueba de que la vida no había desaparecido de aquel lugar. El hombre no se extrañó. Había visto los troncos apilados en el camino y sabía que unos kilómetros más arriba, junto al lago, los cimientos de una nueva urbanización empezaban a asentarse; no era de extrañar que el lugar se hubiese apagado.

Entonces escuchó unos crujidos y un grito que rasgó la paz durante unos segundos. Una sonrisa perversa afloró en su rostro. Seguramente Juan había localizado a la corza y empezaba a espantarla en su dirección, tan solo debía estar atento y disparar en el momento adecuado. Pero el ruido no se repitió y la corza no apareció. Con un encogimiento de hombros siguió abriéndose paso, sin darle mucha importancia.

No la vio hasta haber pasado de largo. Inmediatamente volvió sobre sus pasos para encontrarse con que no había sido cosa de su imaginación. Una muchacha estaba sentada sobre la rama de un viejo sauce mientras le susurraba una incomprensible melodía a una bola de pelo ensangrentada que acunaba en su regazo. Y a pesar de lo desconcertante de la escena, lo que más extrañó al cazador fue la rama, que parecía enroscarse al cuerpo de la chica, recogiéndola en un tierno abrazo, y descendía hacia el suelo como si en vez de buscar la luz del sol ansiara la comodidad de su ocupante.

—¿Qué ha ocurrido? —su voz rompió el hechizo y el canto se detuvo.

Quiso gritar desesperado cuando ella alzó el rostro anegado de lágrimas y sus miradas se encontraron. El hombre sacudió la cabeza, intentando disipar aquel extraño sentimiento de agonía que había provocado el silencio. Algo en ella estaba mal, pero no alcanzaba a discernir el qué. Quizá fueran esos extraños ojos que parecían vacíos, quizá sus ropas ensangrentadas o quizá era la impresión de haber entrado en un sueño. Pero antes de que pudiera pensar con claridad la cuestión perdió importancia. Olía a flores.

—¿Te encuentras bien, pequeña?

—La vida se agota —susurró ella melancólicamente.

—¿Cómo te llamas? ¿Te has perdido?

Debía sacarla de allí, pensó, no quería estar de cacería con una niña dando vueltas entre la maleza. Así que se acercó un poco más, tendiéndole la mano para ayudarla a bajar del árbol, pero ella no se inmutó.

Shizen no Fukushû. No puedo permitirlo.

—Claro —dejó caer la mano, sin entender. No parecía estar muy bien de la cabeza—. Lo primero es que bajes de ahí y....

—Yasei Shizen —de pronto su voz tomó fuerza, se volvió firme y amenazadora—. Me llaman Yasei Shizen, hombre, cuida lo que dices en este lugar.

—Te llevaré a casa, ¿de acuerdo? Déjame ayudarte a volver al pueblo.

Ella rió con fuerza. El viento tomó energía y sacudió los árboles al son de sus carcajadas.

—¿Eso te gustaría? ¿Crees que puedes socorrerme? —se deshizo del pequeño cadáver, que rodó hasta los pies del hombre. El conejo, de pelaje pardo, estaba abierto en canal—. Sí, no dudo que quieras hacerlo, eso aliviaría tu conciencia, ¿verdad?

—Vamos —ordenó él, volviendo a tenderle la mano—. Tus padres no deben estar muy lejos. Estamos de caza y podrías hacerte daño.

—Caza —escupió la palabra como si le quemase en los labios—. Destrucción. Muerte. Eso es todo lo que sabéis hacer. Ah... dulce venganza —echó la cabeza hacia atrás con una brusca sacudida e inhaló lentamente—. Sí, Yasei Shizen ha llegado.

Desechó la ayuda que le ofrecía de un manotazo y estiró las piernas hacia el suelo. Entre maravillado y horrorizado, el hombre observó cómo la nudosa rama deshacía la presa en torno a la chica y se amoldaba a ella, cambiando de forma, hasta que sus pies reposaron sobre la hierba.

—¿Qué...? —las palabras se le enredaban en la lengua— ¿Cómo diablos has...?

No entendía nada de lo que estaba ocurriendo. Tal vez esa cría no era una dulce muchacha perdida en el bosque, tal vez lo mejor sería alejarse de allí lo más rápido posible. Pero se quedó donde estaba, mirando la sangre del conejo en sus botas. Olía a flores. Una estúpida sonrisa afloró en su rostro, siendo recompensada con una juguetona risa de niña. Ella empezó a dar vueltas a su alrededor, riendo y tarareando, sumida en su propio juego secreto.

—Asesinos. La Madre clama venganza —cantó—, 2Okuninushi está en camino. Todo daño recibirá su castigo. Sois muerte de acero y cristal que hiere la Tierra... ¡Y seréis sepultados por su furia salvaje!

Se detuvo, y sin dejar de murmurar para sí la enfurecida melodía, cogió un de los cuchillos que llevaba el hombre al cinto.

—Hoy el bosque también ha salido de caza. ¿Imaginas ser el conejo?

Clavó el arma en la flácida carne de su estómago y con una sonrisa cruel le abrió el vientre en canal. El hombre se desplomó en el suelo, bañando la tierra con su sangre, sin borrar esa expresión de vacía alegría de su rostro. Olía a flores.



*Shizen no Fukushû: En japonés, venganza de la naturaleza.
*Yasei Shizen: En japonés, naturaleza salvaje .
*Okuninushi: En la mitología japonesa, señor de la Tierra.




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Este relato es de la época en la que estaba descubriendo Japón y su encanto adictivo, así que me encantaba llenar los textos de palabras o expresiones en japonés. Ahora me parece un poco estúpido llenar un texto de trabas y tropezones, y estoy un poco desencantada con toda la literatura sobre (o ambientada en) Japón, escrita desde fuera y llena de palabras en japónés que busca un exotismo desmesurado, como si el país no tuviese suficiente encanto por sí mismo.Sin embargo, al escribirlo me pareció una clave importante, así que os lo dejo para que penséis en sádicas duendecillas niponas protectoras del bosque.

1/6/12

Chocolate


Aquel día estaba muy nerviosa. En realidad llevaba una larga temporada muy nerviosa. Y por supuesto, tú tenías la culpa. Tú y solo tú eras la razón por la que me sudaban las manos, por la que no era capaz de concentrarme,... bien, es muy posible que incluso hoy siguieses teniendo ese mágico efecto sobre mí. Maldita sea, tú habías conseguido que me doliese el corazón de tanto pensar.
Era el último día de clase, el final que todos esperaban con ansia. Yo solo deseaba que no llegase nunca. Después de ese día puede que no volviese a verte, quizás desaparecerías de mi vida, tal vez los años borrarían tu recuerdo, y tu nombre, tu rostro, volarían de mi memoria. No, yo no veía el fin de curso como motivo de fiesta.

Y sin embargo, ahí estábamos, en la puerta, despidiéndonos de todo lo que dejábamos atrás. Hubo muchas lágrimas aquel día, creo que incluso a ti se te escapó algún pequeño sollozo entre abrazo y abrazo. Eso era lo que más me gustaba de ti, tu ternura y tu fuerza. Al verte allí, sonriendo con determinación mientras te esforzabas por contener la pena, tan solo quise estrecharte con fuerza, apretarte contra mi pecho y alejarte de todo aquello.
Al final lo conseguí. No, no como habría deseado, no te rodeaba entre mis brazos, pero al menos nos alejábamos del tumulto y estábamos a solas. Llegamos a la puerta de tu casa y por fin comprendí la escena que se había montado hacía unos minutos, el dolor de la separación, la frustración. ¿Era eso lo que habíais sentido vosotros?

—Te echaré de menos —murmuré, vacilante.

Aquello era demasiado complicado. Toda la determinación que había acumulado durante semanas... durante meses, parecía haberse esfumado.

—No, no vamos a dejar de vernos —fue tu respuesta.

Creo que sonreí con tristeza, jamás dejaría de admirar tu inocencia. ¿Existen los Reyes Magos? ¿Mantendríamos el contacto?

—Yo... verás... hay... hay una cosa que quería pedirte...

—Claro, lo que sea —te ofreciste sin dudar.

Lo que sea. Cualquier cosa que me pidas. Esas palabras taladraron mi cerebro y mi hicieron querer chillar de frustración. Todo podría ser tan fácil... Si tan solo fuese un poquito más valiente y tú me importases un poquito menos...
Te miré y una vez más me perdí en esos llanos ojos marrones que me traían loca. Tu rostro sincero y esa mirada alegre y franca me habían conquistado desde el primer momento. Estabas apoyada contra la pared despreocupadamente. Si tan solo hubieses podido atisbar mi mente por un segundo, no habrías estado tan tranquila. Mi cerebro maquinaba contra mí, mostrándome todas las formas en que podría acercarme a ti y tocarte antes de verte desaparecer. Porque incluso en mis más sucias fantasías tú siempre terminabas escapando de mí. Después de todo seguía siendo una persona realista.

—¿Eva? —llamaste al ver que no respondía.

Levanté la barbilla en un último gesto de orgullo y, haciendo de tripas corazón, te besé. A mi contacto te quedaste rígida. Intenté ser dulce y gentil mientras tomaba todo lo que podía de ti. Un segundo mis labios se posaron sobre los tuyos con una suave caricia, al siguiente mi cuerpo se pegó al tuyo, intentando grabar tus curvas sobre mi piel. Otro más y ya te habías desecho de mi abrazo... Un abrazo en el que ni siquiera me había dado tiempo a rodearte con mis brazos y estrecharte con fuerza.

Había horror en tu cara, tus ojos me observaban con miedo, como si acabase de desvelarme como el hombre del saco. ¿Había valido la pena? ¿De verdad un suspiro fugaz contra tu boca valía el precio de la amistad? Me humedecí los labios con nerviosismo y encontré mi respuesta. Ahí estaba tu sabor, impregnando mi piel, alimentándome. A partir de ese momento cada onza de chocolate que probase me haría pensar en ti.

—¿Estás loca? —tu voz fue mucho más aguda de lo normal, un pequeño grito aterrado—. ¿Por qué demonios has hecho eso?

—Porque quiero estar contigo.

Las palabras se deslizaron de mis labios antes de que fuese consciente de ello e inmediatamente me arrepentí. No porque fuese mentira o me avergonzase. Si no hubiese tenido tanto miedo por ti, haría mucho tiempo que serías mía. Fue tu reacción. El rechazo.

—Sandra, no voy a... Solo quería que lo supieras antes de perderte.

Pero no había forma de arreglarlo, el juicio ya se había emitido. Yo pensé que me querías. Que éramos amigas. No te pedía nada más que aceptación, no buscaba amor, no lo esperaba. Ni siquiera comprensión. Tan solo me habría bastado con que no te hubieses alejado de mí.

—No.

Rotundo, definitivo. Nada más decirlo te marchaste, dejándome allí tirada como una imbécil. No te culpaba, sabía lo que arriesgaba cuando lo intenté, pero de alguna forma, en lo más profundo de mi corazón, había soñado otra cosa.

Te miré alejarte y había lágrimas en mis ojos. ¿Realmente había valido la pena?

La falda recortaba tus piernas, tu cadera se contoneaba en un movimiento fluido. Me relamí con placer. Al menos había probado tu sabor.

Sabor a chocolate.








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Image by mad-o-femme


Vuelvo a recuperar relatos. Chocolate tiene ya unos años y cada vez me parece más lejano, pero no deja de despertar en mí cierta ternura, me hace pensar en la inocencia de esos primeros "me gustas". En la torpeza, el miedo, la ilusión,... Todas esas cosas que me gustaría haber plasmado y queda en vuestras manos imaginar. Así que hoy que tengo el día tonto, lo saco del cajón una vez más.

1/5/12

La farándula no se calla, la callan

El país se levantó cuando cortaron los pitidos al himno de España en un partido de futbol. ¡¡Horror!! ¡¡Afrenta!! ¡¡Censura!! Las redes sociales se pusieron en pie y los telediarios sacaron a la luz el pequeño "fallo técnico".

Ayer desapareció casi UNA HORA de la gala de entrega de los premios MAX en la retransmisión de TV2 -hasta donde yo sé un canal público- y sólo lo sé porque estuve allí. Lo más gracioso es que la gala estaba dedicada al público, pero el público no pudo verla entera.
Fue una hora de discursos censurados. Una hora de palabras que denunciaron los impagos, que fueron críticas con el gobierno, con la situación actual de la cultura y con todo lo que le queda por enfrentar. Una hora llena de contenido, joder. Pero que no se preocupe nadie, TVE ya ha explicado que se trató de un error en la retransmisión y como la gala se alargó 40 minutillos más de lo previsto, cortaron una hora. No, esperad, no os ríais todavía, en realidad un duende rebelde se coló en sus equipos y molestó en los peores momentos, por eso hubo cortes y no pudieron retransmitir la gala intacta, como era su ética intención. ¿A que sabiendo la historia completa todo cobra sentido? Porque con la versión abreviada te entra la risa floja.

En cualquier caso, da lo mismo que haya sido un duende, un político o el monstruo del Lago Ness, porque apenas se han quejado un par de raritos de esos a los que les gusta el teatro y no merece la pena escuchar. Y yo entiendo que a muchos se la sude el teatro y se la sude la cultura como a mi me la suda el fútbol, pero ¿no acojona un poquito pensar que solo ves y oyes lo que te permiten ver y oír? Y disfrutad de internet mientras podáis porque os recuerdo que otra de las propuestas para sacar el país adelante es castigar a cualquiera que difunda una convocatoria de manifestación o reunión o cualquier otro derivado que no guste al gobierno. Ya no sé si reír o llorar al pensar que este post viene justo detrás de la convocatoria de una manifestación en la que pedíamos Libertad de Expresión -así, con mayúsculas, que esto sí que es digno de fe y adoración y tenéis las mismas posibilidades de encontrarla que a dios, tenga el nombre que tenga-.

¿Alguien dijo censura? Ah, no, que en este momento habrá algún partido de algo que acapare vuestra atención. O una corrida de toros. O coches dando vueltas en un circuito. No os preocupéis por la censura, cuando os arranque el culo ya habra tiempo, dejad que os muerda con fuerza.

Oh, perdón, se me olvidaba que ahora todos estos fallos se llaman democracia, así que no hay ningún problema.

18/4/12

Por la libertad de expresión y manifestación




El pasado jueves 5 de abril no se nos permitió manifestarnos porque en ese momento la calle era propiedad exclusiva de la Iglesia. Parece ser que por ahora podemos volver a pisarla, asi que la manifestación queda reconvocada para este viernes.

No quiero enrollarme mucho porque ahora mismo debería esta estudiando neuroanatomía como si me fuese la vida en ello. La convocatoria está aquí, así que no me perderé en razones. Siento mucho ser tan escueta, en cualquier caso, espero veros allí.

9/4/12

Cierra los ojos


No sabes cómo empezó esta historia, ni siquiera estás segura de qué es lo que ocurre, lo único que tienes claro es que te supera. Intentas pensarlo, analizarlo y entenderlo como haces con todo lo demás. Intentas buscar el origen, averiguar dónde y cuándo empezó todo. ¿Sería culpa tuya o suya? ¿Acaso algo funciona mal en tu cabeza y tu corazón? ¿Sería culpa de un gesto cariñoso? ¿Una mirada tentadora? ¿Un suave abrazo?
No, no fue un abrazo, al fin y al cabo lleváis estrechándoos toda la vida. Tampoco fue un beso de bienvenida. No puede haber sido una sonrisa cálida, un apretón en la mano en el momento adecuado ni unas palabras interesantes. Nada de eso puede ser la causa porque al fin y al cabo todos los demás también lo tienen y no sienten lo mismo que tú. Pero es normal que sientas cariño, te dices. Es normal que quieras abrazarla y verla contenta, al fin y al cabo sois amigas.

El problema es que Lorena no es tu amiga. No la soportas, no te da besos de bienvenida ni te ha regalado una sonrisa nunca y sin embargo, no puedes evitar pensar en lo bien que le queda ese pantalón nuevo.

Son las hormonas, te dices. Eres una adolescente y nada está claro, ¿no es normal que te lo plantees todo? Es rebeldía, nada más que eso. Pero por si acaso lo consultas con Sandra. Es tu mejor amiga, le has confiado siempre tus secretos, ella no te traicionaría. Y aun así, cuando habláis, das rodeos, la confundes, cambias de tema hasta que no sabe muy bien de qué estáis hablando y puedes interrogarla sin que sepa qué le estás preguntando.
Te enteras de que ella nunca ha pensado en ello. Tan solo se lo planteó cuando visteis a aquellos chicos besarse en el metro, pero terminó por decidir que, aunque parecía asqueroso, unos labios no son más que unos labios y si cierras los ojos puedes hacer cualquier cosa.

No lo ves muy claro, pero te obligas a convencerte de ello. En el fondo no puede ser tan distinto, ¿no? No son más que unos labios que chocan y dos lenguas que se juntan.

Así que haces un esfuerzo. Has decidido que, aunque el mundo te diga lo contrario, aunque tu cabeza grite otra cosa, lo que te pasa es culpa de las hormonas. Tienes quince años y ya es hora de echarse novio para quitarse todas esas tonterías de la cabeza. Sabes que le gustas a Juan y Raúl te mira más de lo necesario cuando os cruzáis en el pasillo, no debería haber problema. Le das vueltas unos días, valoras los pros y contras y fríamente te decides a actuar.

Una tarde te quedas a esperar junto a los vestuarios. Raúl sale recién duchado y tú le has dado tantas vueltas al tema, haces tanta fuerza por que todo sea como debe ser, que al verle te pones nerviosa. Buena señal, te dices. Y sin saber cómo, te encuentras entre los brazos del chico, oliendo a aftershave y con su boca peligrosamente cerca de la tuya. Al día siguiente te enteras de que estáis saliendo por una amiga. Sabes que deberías alegrarte, que deberías ser asquerosamente feliz y no dejar de pensar en él. Es alto y guapo, inteligente, distinto a los demás, tiene una bonita mata de pelo castaño y te mira casi con adoración. ¿Acaso no es lo que siempre habías pedido? ¿Acaso no es el hombre perfecto?

Te convences de que le quieres, de que es el hombre de tus sueños y cuando lo piensas, la razón te dice que es cierto. Por eso, cuando sus labios se ciernen sobre los tuyos, le dejas hacer, esforzándote con toda tu alma por que aquello salga bien, por que las cosas sean como deben ser.
Pero no hay cosquilleo, ni mariposas en el estómago, ni siquiera una triste emoción.

Ese bigote tímido e incipiente te molesta, sus manos son grandes y acaparan demasiado para sí, su cuerpo te aprisiona contra la pared y sientes que te ahogas. Y es que, malditos sean todos los que dicen lo contrario, aquel no es tu sitio.

Hay una crisis de pareja y sabes que no vas a volver a saber nada de él, pero no te preocupa, por extraño que resulte, incluso te sientes mejor. Sara sigue sonriéndote, sigue abrazándote cada mañana y con eso tienes bastante. Encima, Lorena vuelve a lucir esos malditos pantalones que la hacen tan guapa.
Empiezas a ser consciente de que un novio no es la solución, de que hay algo que falla en el mundo que te obligas a ver y de que las cosas pueden ser mucho más fáciles de lo que las pintan. Si te gusta Sara en vez de Raúl, ¿cuál es el problema? Pero entonces te acuerdas de esa amiga que lo ve como algo raro y digno de rechazo, del sacerdote que te dio la Primera Comunión y te habló de pecado y condena, de tu hermano que propone una hoguera. Y te sientes mal, fatal. Ese mundo que empezaba a cobrar forma y sentido vuelve a tambalearse, tal vez sí haya problema en que no te guste Raúl. ¿Acaso no es el hombre perfecto?

Recurres a tu madre, la única que te ha hablado claramente de tolerancia. No sabes qué decir o qué sentir, pero te haces una idea de lo que significa. Y se lo dices. ¿Hay algo malo en que te guste una chica?
Sí, claro que sí. En tu madre ves al cura, ves a tu amiga y ves a un monstruo que todavía no conocías. Descubres que la tolerancia sólo sirve fuera de casa y te sientes vilmente engañada, traicionada y atacada.

Lloras durante horas, durante días, hasta que crees que vas a secarte para siempre, y de pronto, todas tus dudas se convierten en determinación. Si ellos pueden engañarte, confundirte y odiarte, a ti puede gustarte una amiga. Porque no estás muy segura de si la causa es un abrazo, un beso de bienvenida o una sonrisa cálida, pero sabes que te gusta. Y te gusta mucho.

Con esta revelación entre las manos te sientes libre y fuerte, capaz de todo. Y eso es precisamente lo que haces. Todo. Todo lo que habías deseado, soñado y anhelado y ni siquiera tú sabías. Al fin y al cabo, por una vez en la vida sabes lo que quieres, por una vez puedes tenerlo todo.

Así que, sin darle muchas vueltas, te lanzas y te plantas en la puerta de los vestuarios. Esperas durante los minutos más largos de toda tu vida, mientras tus rodillas flaquean y tu corazón intenta escapar del pecho. No sabes si es emoción o un infarto, pero no puede ser mala señal; en ese momento nada puede ser malo.
Ella sale recién duchada, con los suaves rizos todavía húmedos. Sientes el impulso irrefrenable de tocarlos, acariciarlos, y por una vez en la vida no te detienes. Sabes lo que quieres.
Recibe el gesto con una sonrisa dulce, se acerca más a ti. Tu respiración se acelera hasta que piensas que vas a perder el conocimiento, pero no retrocedes, sabes lo que quieres.

—Cierra los ojos —pides, con voz entrecortada.

Tus dedos siguen enredados entre sus rizos y cuando sus párpados se cierran suavemente, tiras de ella con necesidad. Labios que chocan, aromas que se funden. Estás aterrada, no sabes cómo va a terminar toda esa locura, pero ni siquiera te lo planteas porque ella aprieta el beso y vuestras lenguas se rozan.
No hay mariposas en el estómago esta vez tampoco, estás demasiado extasiada como para pensar en pequeños bichos alados.
Su boca es suave y perfecta, sus manos se posan con timidez en tu cadera, vuestros cuerpos se amoldan con naturalidad.

Alta y guapa, inteligente, distinta a todo lo que habías conocido, tiene una preciosa mata de pelo castaño y te mira con ternura. Es perfecta. Es una chica.

Y cada vez que sus manos te tocan y vuestros labios se encuentran, sabes que es así como debe ser porque, digan lo que digan los demás, cerrar los ojos no es suficiente y un beso no es solo un beso.






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Hoy subo un relato que ya colgué en su dia en el antiguo blog. The rabbit hole sigue abierto y todo lo que escribí puede leerse allí, pero quiero traerme algunas cosillas a este nuevo espacio para que también formen parte de él. Creo que durante unos días me dedicaré a recuperar relatillos, así que los que ya los leísteis, disculpad la repetición.

5/4/12

Histeria

Últimamente me molestan muchas cosas, no sé si es culpa de mi estado de ánimo, del tiempo o del mundo, pero llevo una temporada un poco exaltada. En realidad paso de la exaltación al desánimo y la apatía, pero eso es otra historia. La cuestión es que he tenido que contener las ganas de morderos un ojo, pegaros una patada en la boca y saltar sobre vuestro estómago más veces de lo habitual. Sé que soy una perra mala y arisca, pero joder, vosotros tampoco hacéis nada por controlar la estupidez.

Una de las cosas que peor me sientan es que me acuséis de tener un ataque de nervios. En primer lugar, no me habéis visto realmente descontrolada en ningún momento. Ninguno de vosotrxs. El día que me veáis chillar y partir dientes a diestro y siniestro, reír y llorar mientras invoco deidades y hago el pino, entonces podréis decirme que me relaje porque tengo un ataque de nervios. Hasta entonces, a callarse la puta boca. Por favor.
Pero más allá de mi magnífico autocontrol, toda esta mierda del ataque de nervios me recuerda demasiado a Freud y sus histerias orgásmicas. Nunca os he oído acusar a un muchachote de tener un ataque de nervios, ni siquiera cuando les he visto gritar y golpear como pequeños Hulks desatados. Y no es culpa de la luna ni las hormonas que yo me altere, la sangre no me nubla la razón. Los hombres también tienen ciclos hormonales, muchos más que nosotras en realidad, ya que los suyos son más rápidos (diarios me parece), pero con ellos no lo usáis como excusa para llamarles poco más que lerdos del culo irracionales, ¿no? Vaya coincidencia. Si este tema no tuviese ese casual tufillo machista, no me sentaría tan mal. O puede que sí y resulta que solo soy una histérica paranoica. Pero eso sería ponéroslo demasiado fácil.

Si mi ordenador muere tragándose todos mis archivos, incluida la maléfica ficha para Métodos que llevaba tres horas haciendo, disculpadme si necesito gritar y romper cosas. Admiradme cuando lo único que pasa es que pongo cara de mala leche o hablo más tensa y agresiva de lo normal.
Si me hacéis sentir utilizada hasta que las naúseas y la necesidad de quemarlo todo son irrefrenables, alegráos por que me limite a ser más brusca y cortante y mandaros cariñosamente a la mierda.
Si me veo sobrepasada cuando intento poder con todo, inclusive vuestras mierdas, tendríais que agradecer que todo lo que haga sea apartarme un momento para recomponerme en lugar de chillar, golpear y, una vez más, quemarlo todo. 

Joder, deberíais dar gracias porque sea un perra histérica tan razonable, porque el día que me desquicie de verdad va a arder Troya.

31/3/12

Write!

Hoy me he descubierto escribiendo de nuevo y me ha gustado. Era una sensación que ya casi tenía olvidada y me resulta muy reconfortante. No se parece en nada a escribir un informe para una práctica, un mensaje a un amigo o una entrada para el blog. Escribir algo que nace directamente de mi imaginación, de ese lugar en mi interior que todavía bebe relatos cargados de sueños y fantasía, es casi... mágico. O al menos es distinto a todo lo demás.
Supongo que es esa sensación creadora que experimenta el músico, el pintor, el escultor o cualquier otro tipo de inventor. Inventores de ideas. Inventores de cosas.

Hoy quería haber escrito una entrada sobre las portadas de los libros. Sobre cómo enganchan o espantan al futuro lector, sobre su vital importancia, sobre cómo me gustan a mí. Sin embargo, una vez más, he terminado hablando de mí y sólo de mí. Pediría disculpas si no estuviera tan absurdamente pletórica en este momento.
Ahora vuelvo con mis personajes, que se han quedado abandonados en mitad de una pelea. Espero poder compartirlos con vosotros pronto.

18/3/12

Damn!

Maldito internet que viene y va, interrumpiendo mis conversaciones y mis pensamientos, troceando películas, lecturas y canciones. Maldito tiempo apacible, seco y mortal; maldito frío que me cala los huesos. Maldito estado de ánimo, melancólico, tristón y furioso, que me veo incapaz de nombrar y acotar. Maldito PsycInfo con todos sus inteligibles artículos sajones, con sus mil referencias y su conocimiento de pago. Maldita ansiedad que se aferra a mi estómago y me enloquece. Maldita familia que duele y desconcierta una y otra vez.
Maldita tú.
Maldito él.
Maldita yo.

14/3/12

Discworld

Iba a escribir una entrada larga y seria, de esas en las que me pierdo entre mis propias reflexiones, pero creo que lo dejaré para otro día. Fundamentalmente porque el tema se me está yendo de las manos y ya ni siquiera sé de qué estoy escribiendo, pero también porque hay una pregunta que ronda mi cabeza desde hace unos días.

¿Imagináis surcar la inmensidad del universo en un plato montado sobre cuatro elefantes que viajan encima de una tortuga?

Sería un mundo realmente genial, ¿no? Mágico, como poco. Este maldito Pratchett no sale de mi cabeza...

11/3/12

Basta

Ya está bien de melancolía y apatía. Ni siquiera me siento verdaderamente melacólica, es culpa de este maldito teclado, que saca lo peor de mí. Estoy activa y enérgica y llena de ilusión. Quizás no tanto como antes, pero sigue siendo algo por encima de la media. Quiero comerme el mundo y regurgitarlo mejor de lo que estaba, y os aseguro que algún día lo haré. Aunque de momento me conformaré con aprovechar que sale el sol para volver a ponerme las pilas y reconducir el blog a su camino original.

He dejado pasar muchos temas que se merecían un post y otros que quizás no lo merecían pero deberían haberlo tenido. Así que paso a subrayar algunos de ellos, lo que no quita que más adelante vuelta a retomarlos. Ya veremos.

En primer lugar ha muerto Möebius. Jean Giraud, si lo preferís. Si no os suenan el Incal o el Teniente Blueberry, quizás dos de sus comics más conocidos, puede que os suene Alien. Sí, la película. O Blade Runner, también película. Colaboró en el diseño gráfico de ambas. Pero reducirle a un par de trabajos sería ridículo por mi parte, así que no puedo hacer más que resaltar el hecho de que a partir de ahora el mundo tendrá menos color. Y los que no le conozcáis aun, alegraos, tenéis mundos maravillosos por descubrir.

Por otro lado, llegó el 8 de marzo y lo dejé pasar. No hablé de feminismo, no planteé mi visión del mundo ni hice comentarios sobre lingüística ni sobre violencia estructural contra las embarazadas. El feminismo, mi feminismo, forma parte del blog tanto como el frikismo, así que de momento lo dejaré estar. Tampoco sé si tiene mucho sentido volver a sacar dos temas sobre los que ya se han escrito ríos de tinta (al menos de tinta virtual) y sobre los que ya ha hablado gente mucho más enterada y pensada que yo, pero no puedo evitar un breve grito de indignación. Dad gracias a que he conseguido controlar al alien furioso que intenta escapar de mis entrañas y arrancaros las cejas a mordiscos.
Realmente pensé que tan sólo los miembros de la Iglesia los tenían tan bien puestos como para salir ante la multitud a defender semejantes dislates, pero parece que se ha abierto la veda. Como si no fuese bastante tener que seguir haciendo frente a ese maldito rol de madres y amas de casa que se nos enseña como inherente a nuestro ser, van y nos dicen que cuando nos la metan doblada va a ser por nuestro bien. Porque otra cosa no, pero que la obligación el derecho a parir no nos lo toquen; pensar y decidir ya lo haremos otro día. Años de feminismo para conseguir el reconocimiento de lo que venimos llamando violencia estructural para que se nos caguen encima en dos frases. Manda cojones.


Para terminar, en una línea más personal, me voy al Leyendas del rock, en Murcia. Hasta agosto me queda mucho tiempo para replanteármelo y dudar, así que lo dejo aquí escrito, ya no hay vuelta atrás. Voy a ver a Warcry, Barón Rojo, Lujuria, Stingers, Épica, Azrael,... Ahhh, se me hacen la boca y las bragas agua de tan solo pensarlo. Ni siquiera estoy segura de poder sobrevivir a la programación del sábado, pero si muero, pensad que ha sido en un estallido de emoción y placer. Y cualquiera que quiera acompañarme y compartir tienda será bien recibido, claro.


4/3/12

Bohemia

Estos han sido unos días extraños, sin duda. Debería estar feliz, tengo motivos de sobra para estarlo. Abunda la mierda a mi alrededor, claro, pero eso sólo hace más ciertos los momentos de alegría. Y aun así he estado apática y tristona, aunque no sabría decir por qué, no sabría ponerle nombre a eso que se escurre por mi garganta y me atenaza el pecho. Pero hoy ha pasado. Ayer me reí y sentí cómo mis neuronas salían poco a poco del letargo en que se habían sumido, esta mañana he vuelto a leer a Simone de Beauvoir y después me he sentado a ver un musical. Por absurdo que parezca, Rent ha conseguido pintar en mi rostro una ridícula sonrisa de boba que hacía tiempo no aparecía, y sienta tan bien...



La verdad es que hasta ahora no me habían llamado especialmente la atención los musicales, pero Rent me ha encantado. Recomendadísima queda, claro. Y en cuanto vea la versión de Broadway, decidiré si me doy a las drogas duras o me quedo en las películas musicales. Por si fuera poco reacaer y reencontrarme con el teatro, esto amenaza con convertirse en otro maldito vicio que financiar... Tendré que vender órganos a precio de diamantes, maldita sea.

25/2/12

Insane

Llevo triste unos días (descir depresiva me da un cierto repelús desde las clases sobre ansiedad, la verdad) y hoy que me he sentido especialmente desconectada del mundo, he pensado en tí. No ha sido mi primer pensamiento, pero sí el que ha tenido un efecto más positivo. Me he dado cuenta de que tenía ganas de meterme en algún sitio oscuro, con la música demasiado alta para poder pensar y bailar a tu lado. Fumar en un bordillo contigo, sin necesidad de decir nada, mecidas por el humo de nuestras bocas.

Puede que no seamos tan parecidas, que no coincidamos en muchas cosas. O puede que en realidad sí, tampoco tiene importancia. Eres bizarra, extraña, adictiva. Y la forma que admites estar triste porque sí, en que pareces tan inestable emocionalmente como yo sin darle la mínima importancia, en que despuntas y te sales del montón sin preocuparte es tan jodidamente relajante... Quizás no estoy loca, quizás estamos locas.


Y para arreglar la noche, voy a tomarme un yogur de soja.

5/2/12

Febrero con AI

Hago una parada fugaz entre ADN y neuronas para dejaros información de un par de actos que se van a celebrar en Madrid, por si os interesa y queréis pasaros.

El 11 de febrero, en la plaza de Callao, estaré con el grupo de Amnistía a partir de las 11:00 de la mañana para conmemorar el primer aniversario de la Primavera Árabe. Se realizará la lectura de un manifiesto y el acto estará animado por la performance de un grupo de break dance, entre otras cosas.

El 24 de febrero, organizamos un pequeño cine forum en el ICADE, a las 16:30. Se proyectará la película Oh, Jerusalem y contaremos con la presencia de Héctor Gram, profesor de la UAM, como ponente para la posterior charla.


Estáis invitados todos los que queráis venir.



28/1/12

Venecia


Revisando el disco duro, me he reencontrado con las fotos de Venecia y el placer de revivir el viaje ha sido indescriptible. No podéis haceros una idea de cómo me enamoró esa ciudad: desde la amplitud y libertad de los canales más amplios, hasta la magia y el misterio de las callejuelas más oscuras y apretadas. La orgullosa decadencia con que se yergue sobre el agua, como si cada desconchón y cada desperfecto estuviesen allí puestos con intención, formando parte de su encanto. Es una ciudad que exuda leyendas y relatos, todas sus piedras guardianas de algún secreto. Navegar por sus calles es pasear entre sirenas y leones de piedra.

Y aunque una alegría excitada que me invade al recordarlo, la pena me ahoga al no estar allí en este momento, al no formar parte de ese cuento. Quiero recorrer el mundo pero necesito volver a Venecia; es demasiado tarde, ya soy presa de su embrujo.

23/1/12

¿Y si fuese una chica?

Hace un tiempo, salió en la conversación con un compañero de clase, no recuerdo muy bien cómo, el dato de que la noche anterior yo había dormido en casa de un amigo. Este comentario provocó inmediatamente una serie de comentarios y sonrisillas cómplices que me sentaron profundamente mal. Tuve la misma sensación que cuando hablo con mi madre de quedar con un amigo, sin chicas de por medio: casi puedo escuchar sus cerebros gritando ¡¡aquí hay tomate!!.

Y esto me molesta, fundamentalmente, porque cuando me quedo en casa de una chica no veo ese brillo de suspicacia en sus ojos. Porque si dijese despreocupadamente que estuve durmiendo en casa de una amiga y tuvimos que compartir colchón y después ducha para ahorrar espacio y agua caliente, nadie lo entendería igual que si lo hubiese hecho con un chico. Lo cual me ofende un poco.
Supongo que es una estupidez, pero no puedo evitarlo. Cuando lo hace alguien que me conoce, tengo la sensación de que está borrando una parte importante de mí y eso me enfada, pero también me duele, para qué engañarnos. Por otro lado, cuando lo hace un desconocido que no tiene por qué saber lo que me gusta o me deja de gustar, me molesta que dé por supuesta mi heterosexualidad sin plantearse de entrada ninguna otra posibilidad. Además, esa actitud de "entre dos chicas no hay problema" me hace sentir ligeramente asexuada como mujer. Es decir, por mucho que yo fuese una heterosexual de tomo y lomo o no hubiese ningún tipo de tensión sexual y/o atracción entre nosotras, el hecho de haber estado restregándome en la ducha con otra muchacha debería provocar, al menos para el que está escuchando, alguna que otra suspicacia (y no sólo calentones).

Pero volviendo a la conversación con mi compañero, la cuestión es que con todo esto comiéndome por dentro, no iba a callarme. Así que le pregunté si hubiese puesto la misma cara en caso de que yo hubiese hablado de dormir con una amiga. Tras una breve expresión de sorpresa, se encogió de hombros y dijo algo así como "Bueno, pero eso son rumores". Cuando le pregunté qué diablos se rumoreaba exactamente escurrió el bulto, como si llamarme bollera a la cara fuera algo muy feo. Y no sé si me hace gracia o me mosquea que la gente sea capaz de hablar de mi a mis espaldas o dejar caer sus comentarios en mi cara, pero no se atreva a terminar de llamarme lesbiana con todas sus letras. Supongo que me queda mucha psicología por aprender para poder entenderlo.





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Image by mementto

22/1/12

Desalojos Olímpicos

Ayer leía en la revista de Amnistía Internacional, un pequeño artículo sobre los desalojos forzosos que están teniendo lugar en Brasil por los preparativos de los Juegos Olímpicos del 2016. Hablaba en concreto de la comunidad de Restinga, donde el 22 de octubre de 2010 bulldozers y antidisturbios empezaron a echar a la gente de sus casa por la fuerza. Sin previo aviso, sin una oferta de alojamiento alternativo. Llaman a tu puerta y tiran abajo tu casa, así de fácil, así de simple. Al fin y al cabo, hay que celebrar los Juegos Olímpicos y Restinga no es la única comunidad que se interpone en el camino.

No he estado en Brasil y no sé cómo será la situación, pero sí he estado en China y puedo deciros que allí parece haber ocurrido lo mismo. Cuando fui el año pasado (tras los Juegos del 2008), me sorprendió ver que la ciudad de Beijing estaba llena de muros grises de cemento. Después de insistirle varias veces, la guía nos explicó que habían construido los muros para los JJOO, para apartar de la vista las zonas de casas más pobres o más viejas que el gobierno no había tenido tiempo de derribar y "limpiar". Zonas enteras de la ciudad aisladas o derruidas para que los turistas no se empañasen la vista con una pizca de polvo. Beijing es una ciudad rica, próspera y glamurosa, amigos, allí no tiene cabida la pobreza.

 

A partir de ese momento, la gente vendiendo batatas en sus puestos-bici frente a un edificio ultramoderno lleno de luces y colores deja de ser sólo un contraste fascinante. Es la realidad en estado puro. Te das cuenta de que los alrededores de todos los malditos palacios de la ciudad (que son unos cuantos), están rodeados por muros grises que parecen no tener una maldita apertura al exterior y Beijing se revela como una ciudad llena de pequeños guetos olímpicos.

Entrada a una de las zonas separadas por el muro.
Los bloques de edificios del fondo ya son de la parte "aceptable" de la ciudad.


¿Este es el significado de los Juegos Olímpicos? ¿Es esto lo que promueven con orgullo los deportistas y lo que desean conseguir los gobiernos?


16/1/12

Me paso a las hierbas

Para diluir las ingentes cantidades de cafeína que corre por mis venas, he empezado a tomar té. Y me ocurre lo mismo que con el café, para disfrutarlo tiene que ser natural, nada de sobres o cápsulas de picadillo de papel compacto. Además, creo que me espabilo más al intercalar una bebida con otra, en lugar de estar sólo a base de café. Supongo que es por la alta tolerancia a la cafeína que he terminado desarrollando, pero no deja de sorprenderme que mezclar lo arregle.

Por otro lado, estoy asomando la cabeza a todo un nuevo mundo de hierbas e infusiones. La manzanilla y el poleo sigen desagradándome igual que siempre, pero me lo paso estupendamente buscando nuevas mezclas para mi té. Nada de tés simplones, menuda ordinariez. Mi tía me dio el otro día un té rojo con vainilla y azahar que me tiene fascinada. Definitivamente quiero conocer a su camello, esto sí que es material de calidad. Y sólo pensar todas las mezclas que me quedan por probar... Ouuuh, yeah.

14/1/12

Rebel


A veces no puedo evitar pensar que he nacido en la época equivocada. Me gustan el terror y la ciencia ficción de los 80 con todos sus efectos especiales imposibles, me gusta el punk británico de los 70 y el idealismo de los 60, con sus Beatles y sus hippies.
Por supuesto, amo muchas cosas de esta realidad actual y cuando lo pienso seriamente sé que no podría renunciar a ellas. Ni siquiera por ver a Joy Division en directo.
 Me maravillan los avances de la ciencia y la tecnología, y jamás rechazaría todo ese conocimiento que está hoy al alcance de mi mano, aunque tampoco seré jamás capaz de abarcarlo. Como individuo disfruto de esa despreocupada libertad en la que parecemos vivir y como mujer me siento tremendamente afortunada.
Sin embargo, no puedo evitar sentir cierta tristeza al pensar en lo que hemos perdido por el camino. Habra quien no esté de acuerdo conmigo e incluso yo podría ponerme un puñado de ejemplos para probar que me equivoco. Deseo equivocarme. Y aun así, no puedo evitar tener la sensación de que hemos perdido nuestra rebeldía.

Seguimos gritando y luchando, por supuesto. Quiero pensar que esto forma parte de nuestra naturaleza, que es algo que no podemos arrancarnos por mucho que lo intentemos. Aun así, cualquier gesto parece absurdo desde el primer momento, reducido a una pose y un puñado de ideas copiadas de algún sitio. Todo queda fagocitado por el sistema, el grupo, el mundo, diluyendo cualquier poso real que pudiese haber tenido. Termina vacío y sin sentido. O quizás siempre fue así, incluso en esa época maravillosa que dejamos atrás. Quizás los ideales nunca fueron algo real, algo sólido a lo que aferrarse y por lo que luchar. Quizás.

Y a pesar de todo, con rebeldía o sin ella, con ideales o sin ellos, con sentido o sin él, muy de vez en cuando seguimos gritando hasta desgañitarnos. Seguimos teniendo estertores de ese algo que nos hace vivir. Vivir y no sólo existir.






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Image by themjj


PD: Aunque ahora firme las entradas con otro nombre, sigo siendo Nini para aquellos que pensáis en mi. O al menos para ti, Yoru.

2/1/12

Listas

¡Feliz año a todos!

La verdad es que hago muchas listas últimamente: libros que he leído, cosas que hacer, conciertos a los que ir,... No sé si es necesidad de control o un vano intento de poner un poquito de orden en la entropía de nuestra existencia. También puede ser una buena receta contra el olvido.

El caso es que tengo muchas listas y he decidido empezar 2012 compartiéndolas con vosotros. Pura generosidad.
Esto no significa que el blog vaya a quedar reducido a listas y listas de cosas por hacer, faltaría más. Simplemente os dejaré de vez en cuando la colección de canciones que me remueven ese día, la colección de libros que necesito para vivir, el puñadito de lo que sea que me apetece compartir, vaya. Incluso la lista de la compra si fuese necesario.

Así que, para empezar bien el año, os dejo un listado de canciones (¿pensábais que ahora venían los buenos propósitos?). Espero que lo disfrutéis.


The bard's song (Blind Guardian)
Mrs. God (Helloween)
Tatata (Liliana Felipe)
La hoguera (Javier Krahe)
Resist psychic death (Bikini kill)