Estos han sido unos días extraños, sin duda. Debería estar feliz, tengo motivos de sobra para estarlo. Abunda la mierda a mi alrededor, claro, pero eso sólo hace más ciertos los momentos de alegría. Y aun así he estado apática y tristona, aunque no sabría decir por qué, no sabría ponerle nombre a eso que se escurre por mi garganta y me atenaza el pecho. Pero hoy ha pasado. Ayer me reí y sentí cómo mis neuronas salían poco a poco del letargo en que se habían sumido, esta mañana he vuelto a leer a Simone de Beauvoir y después me he sentado a ver un musical. Por absurdo que parezca, Rent ha conseguido pintar en mi rostro una ridícula sonrisa de boba que hacía tiempo no aparecía, y sienta tan bien...
La verdad es que hasta ahora no me habían llamado especialmente la atención los musicales, pero Rent me ha encantado. Recomendadísima queda, claro. Y en cuanto vea la versión de Broadway, decidiré si me doy a las drogas duras o me quedo en las películas musicales. Por si fuera poco reacaer y reencontrarme con el teatro, esto amenaza con convertirse en otro maldito vicio que financiar... Tendré que vender órganos a precio de diamantes, maldita sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario